Por fin pude robarle este maravilloso soneto a Celeste. Je,je. Aproveché su despiste en la cafetería de la UNED, después de uno de sus duros exámenes de Psicología. Je, je...
CASTIGO
Aunque sufra y me tenga en el desvelo
este amor por el que hoy soy castigada,
me libero, al vivir encadenada
a su cuerpo, en el cual busco consuelo.
Como último deseo, sólo anhelo,
castigo a esta pasión desenfrenada,
en su lecho yacer asesinada
atada a sus caderas y a su pelo.
Descansa en mi regazo tus pesares
y lava con mi savia tu conciencia.
Agota entre mis pasos tus andares
y huyamos renunciando a la decencia;
que, por mucha lección que den de amares,
es Dios quien dictará nuestra sentencia.
¡Me encanta! No la había visto hasta ahora. Espero descuidarme en alguna otra ocasión para que me puedas robar otros versos.
ResponderEliminarTodavía sigue pendiente el reencuentro de nuestro taller literario. Sería fenomenal si algún día pudiéramos llevarlo a término.
Un saludo y mucha inspiración.
Celeste.
Hola, Celeste! Qué alegría saber de tí. Cuando quieras, estaría encantado de robarte otros versos.
ResponderEliminarUn abrazo.