viernes, 13 de agosto de 2010

Periódico Horadada Información. Mes de Agosto

EL NEGOCIO DE SER POLÍTICO.


Pandilla de sinvergüenzas sin escrúpulos. Sois todos iguales. Ladrones de guante negro unos, y otros. Tenéis suerte de que le prometiera a mi abuela que no iba a insultar más en mis artículos, que luego se cabrea cuando los lee. Pero es que sois lo peor, pocos os salváis. Habéis metido mano al cajón cada vez que os ha dado la gana, da igual del color que seáis: para vosotros es lo de menos. Habéis jugado al póquer cada noche desde hace una década con vuestros amiguitos: directores de cajas y bancos, empresarios, constructores… Pero el dinero que apostabais era nuestro. El vuestro lo tenéis bien guardado. Siempre ha estado bien guardado. Y después de la partida, si el negocio se cerraba favorable y todos ganabais un montón de billetes de quinientos, colgabais las corbatas en el perchero de madera de algún puticlub cercano. Claro, pagábamos nosotros. Los de siempre. No pongáis cara de asombro porque estén vuestras mujeres sentadas al lado. A los puticlubs no van sólo camioneros. Eso lo sabemos todos.

Habéis hecho lo que os ha dado la gana. Teníais impunidad, algunos todavía la tienen. Privilegios que estaban fuera de vuestras funciones como políticos, que es lo que sois: políticos. Pero vosotros habéis hecho de esto un negocio, el gran negocio. Habéis fomentado el movimiento de dinero negro todo el tiempo que habéis podido; y ahora, con cara de tontos, de no haber roto un plato en vuestra puñetera vida, preguntáis que dónde está. Que cómo es posible.
El cajón del pueblo está vacío, pero el de vuestra mesita de noche lleno. Y si no me creéis, porque ya sólo os creéis vuestras propias mentiras, ir a mirar. Abrir esas bolsas de basura que tenéis ahí, en vuestros cajones. Y si no las encontráis en vuestra vivienda habitual, mirar en el dúplex de la playa que casualmente comprasteis a vuestro amiguito el constructor a muy buen precio; y si ahí no hay nada, mirar en el chalet del campo, sí, ese que tenéis en el terreno que recalificasteis para que vuestro otro amiguito, el director de la caja de ahorros, pudiera invertir; y si ahí tampoco las veis, que ya empiezo a dudar, ir a mirar a los dos pisitos que tenéis a doscientos metros de la universidad, los que comprasteis para que vuestros polluelos puedan estudiar sus carreras de Ciencias Políticas y Derecho con la mayor comodidad posible. Para que no tengan que ir y venir en autobús como el resto de chavales. Que está feo.
Ahora os quejáis de que no tenéis dinero, de que el Gobierno central –otros ladrones de cuidado, se libran por mi abuela- no os da y así no podéis pagar a los funcionarios, ni a los fontaneros que os arreglaron la cisterna del váter de vuestro impecable despacho, ni a los electricistas, ni a la empresa de limpieza… Incluso decís que no os llega ni para pagar el teléfono. Mamarrachos. Dejar de usarlo para vuestros asuntos privados y así os llegará. Luego, cuando voy yo a solucionar cualquier gestión no me hacéis ni una maldita fotocopia. Pero seguro que corren folios y folios en blanco para fotocopiar los libros de vuestros hijos. Y los de vuestros sobrinos. Faltaría más. Si no es vuestra propia sobrina la que hace las fotocopias, que también es posible.

Habéis jodido bien el invento, cabrones. La vaca ya no da más leche. Pero a vosotros os la suda, porque lo que perdéis en vuestras ilegales partidas de póquer lo pagamos nosotros, sí: los pensionistas, que son los primeros a los que soléis joder cuando todo se va al carajo y los primeros a los que laméis el culo cuando queréis votos (abuela, “culo” no es un insulto); los funcionarios honrados, que son la gran mayoría, que mientras todos os forrabais y vuestras cuentas engordaban con el “bum” de la construcción, ellos, o estaban estudiando para poder aprobar esa dichosa oposición, o cobraban ya los mil o mil y poco que cobran la gran mayoría de funcionarios; Mariano el fontanero, que llevaba veinte años en la misma empresa y ahora, como su jefe, seguramente amiguito vuestro, tiene que recortar, lo echa a la calle, eso sí, sin un duro, que la empresa está en banca rota. Su puta madre. Y así podría nombrar un montón de casos, cada uno de ellos distinto. Y tristes.

Por eso que queréis que os diga, lo único que me queda es disfrutar y regocijarme en mi sillón cuando leo en algún periódico, en primera página, que han detenido a tal o cual político por corrupción. Que se jodan, abuela. Que jueguen al póquer con céntimos de euro. Como hacemos todos.

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