lunes, 3 de mayo de 2010

Periódico Horadada Información. Mes de Mayo.

LOS TIEMPOS QUE CORREN

Estoy harto de esa gentuza sin palabra. De esos mamarrachos sin escrúpulos que se ven superiores al resto de los mortales. De esos payasos de despacho impecable que se creen lobos de las finanzas o importantes corredores de bolsa cuando la mayoría de ellos no tienen acabado ni el Bachillerato. Te dan consejos: "abre esta cuenta, ingresa en el plan de pensiones tal o te pedimos las tarjetas de crédito cual; sin comisión ninguna, por supuesto. Todo gratis, que ahora nos estamos forrando. Usted solamente firme aquí".
Conducen Bemeuves de importación comprados a bajo coste en algún chanchullo de los suyos y llevan trajes de chaqueta del Corte Inglés y camisas horteras combinadas con corbatas de seda arrugadas en alguna juerga nocturna. Y no crean, también las hay con faldas.

Se han creído los amos del mundo. Venga, casas para todos y de paso un coche y una moto y tres mil eurillos más para que te lleves de viaje a la parienta. Sin comisiones. Todo gratis, o casi. Que yo me estoy forrando. Y sin problemas, porque los gobernantes de turno me apoyan al máximo y tengo manga ancha. Que son colegas míos, hombre. Luego me los llevo a cenar y a tomar unas copichuelas al piso de la Lola. Imaginen ustedes cómo puede acabar la noche.

Y nosotros, los de abajo, los que después las pagamos todas juntas cuando el invento se va al carajo, como paletos a firmar. Creyéndonos todo lo que nos dicen. Y claro, ahora ya no hay bonanza económica: esos idiotas y sus colegas y nosotros mismos, no lo hemos cargado todo. Y estamos jodidos.
Entonces ya no se acuerdan de todas las promesas que nos hicieron cuando firmamos la hipoteca con ellos; ni de que nos dieron su palabra que no nos cobrarían nada por las catorce tarjetas de crédito que nos hicieron llegar; ni del siete veinticinco Tae de los dos mil euros a plazo fijo; ni de lo de las comisiones de la herencia de tu madre. Ni nada de nada. Ya no se acuerdan.

Y de repente, cuando más jodido estás porque te has quedado en el paro. Y empiezas a comerte los pocos ahorros que toda la vida trabajando te han dejado. Y las letras te aprietan. Y buscas trabajo pero no hay nada porque esos cabrones se lo han cargado todo, te llega la factura de las comisiones del banco que nunca antes te había llegado. Entonces, el lunes por la mañana te acercas a tu oficina de siempre; y preguntas por don Andrés; y le comentas lo que ha sucedido. Y don Andrés, de veintitantos años de edad, con su Bemeuve en la puerta recién encerado y sin tener ni idea de quién es Miguel de Cervantes; te dice a ti, a tus cincuenta y tantos y con los Quijotes que llevas leídos que no puede hacer nada, que estamos en crisis y no puede quitar las comisiones. Que lo siente, pero es lo que tú firmaste.
"Pero…usted me dio su palabra", le vuelves a insistir.
Y él, impaciente porque ya le estás haciendo perder el tiempo, te vuelve a repetir como si antes no lo hubieras oído: "lo siento pero estamos en crisis".
Y ahí te quedas, con cara de tonto delante de don Andrés, dándole vueltas a lo que ha dicho e intentando comprender lo de que están en crisis, si ellos o tú. Con todas las comisiones que en su día te dijo que no te cobraría porque él mismo se encargaría de quitártelas, cobradas. Con la sensación en el cuerpo de que estás pidiendo limosna.
Entonces, impotente, te levantas y le das la mano. Y sales de la oficina. Pero sonríes, porque en parte te da pena ese don Nadie sin palabra.
"Suerte de los tiempos que corren", piensas. Y vuelves a reír mientras él te observa a través de las cristaleras de su impecable despacho. Y no entiende porque sonríes.
Porque si entendiera algo, sabría que en España, en otros tiempos, a un hombre por faltar a su palabra le hubieran pasado el filo de una espada por el pescuezo sin el menor remordimiento. Suerte de los tiempos que corren.

No hay comentarios:

Publicar un comentario