lunes, 19 de marzo de 2012

NÁUFRAGO


Una gigantesca ola reventó contra la embarcación, sumergiéndola en la oscura y fría masa ennegrecida de agua. Se hizo un hosco silencio. El agua se cerraba sobre nuestras cabezas, abundante. Sabía que bajo ningún concepto debía soltar el enjaretado, pues caería al mar. No aguantaba más sin respirar e, instantáneamente, en un acto reflejo, abrí la boca buscando una necesitada bocanada de aire. La encontré. La balsa reaparecía de la nada, dejando así inspirar aire con aroma a salitre. Chorreaba agua por todos los lados, como un submarino emergiendo de las profundidades. Asustado, confuso, azotado por las olas y la brisa, escuché unos gritos procedentes de la oscuridad. Todos los escuchamos. El patrón encendió una pequeña linterna dirigiendo el haz de luz amarillento en dirección a los gritos; sólo iluminaba oscuridad. La brisa y las fuertes olas, que procedían de la misma dirección que los desesperados gritos del náufrago, alejaban cada vez más la embarcación. Se hacía patente el nerviosismo y el miedo. La gente gritaba. El patrón seguía iluminando el vacío intentando localizar a la persona caída al agua. Pidió a su ayudante que sujetara la linterna en la misma dirección, mientras él intentaba virar la embarcación hacia la voz del náufrago. Pero las olas, bravas, impedían con constantes impactos en la balsa que tomara ese rumbo. Al cabo de un rato desistió. La voz se hizo lejana al poco y la brisa empujaba la embarcación, dejando al náufrago a su suerte. Olvidado. Nadie sabía el nombre del compatriota caído al agua; yo ni siquiera recuerdo su cara.

Tal vez era su destino: convertirse en un náufrago anónimo, sin nombre ni rostro.

Autor: Isidoro Sánchez

6 comentarios:

  1. Hola hermano. Me ha encantado, creo que son las líneas justas para contar lo que querías, ni una más ni una menos.
    Un abrazo de "tres" que no os olvidan y echan de menos los paseos y las charlas por la playa.

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  2. Me alegro que te guste, hermano. Nosotros también os echamos de menos. Así que ir preparando las "palas" que llega el buen tiempo y tendremos que empezar a ir a la playa. Estoy entrenando ya. Je,je.

    Un abrazo a los tres.

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  3. ¡Madre mía, Isidoro, qué relato más intenso!
    Transmites lo que escribes y se te adivina buen conocedor del mar y sus inclemencias...
    Un saludo.

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  4. Gracias, Rosa. La verdad es que me gusta mucho este relato.

    Un abrazo.

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  5. Isidoro, si me sorprendió saber que tenías un blog, más me sorprendió conocer tu afición literaria. Muchas veces lo visito sin dejar huella, pero este relato no me lo permite. Intensísimo, intencionado, preciso ... se me ocurren muchos adjetivos que no describirían la sensación que te deja mientras lo lees y cuando lo acabas. La prueba es que estoy utilizando yo más palabras para hacerlo que tú para escribirlo. Un abrazo.

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  6. Gracias por tus palabras, Gonzalo. Me alegra saber que paseas por aquí de vez en cuando.

    Un fuerte abrazo.

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